miércoles, 7 de diciembre de 2011

¡Arriba el sonreír!

Y os miráis y os parece que todo esté diseñado para haceros reír, y entonces te ríes, te ríes sin cesar y da la impresión de que el destino está de tu parte, sí, que vale la pena reír sin parar. Creo que todavía hoy ésa sigue siendo una de las cosas que recuerdo con mayor placer, porque los dos pasamos una tarde de ésas en las que, de verdad, la barriga se tensa y te duele de lo mucho que te has reído. En esos instantes no hay nada más hermoso que esa risotada, te olvidas de todo lo que te ha salido mal y te sientes de verdad reconciliado con el mundo.

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